miércoles, enero 04, 2012

Breve diario de un fin de año serrano

Para despedir el 2011, mi esposa y yo nos tomamos unos días de descanso en una casa de campo en el valle conocido como Callejón de Huaylas, en la sierra central peruana.
Nuestras cabezas descansaron del ajetreo urbano, pero los que no tuvieron pausa fueron nuestros estómagos. Aquí un breve diario.


Día 1

Llegando bien temprano en la mañana, tras un desayuno con pan serrano y palta, recorrimos la huerta y recogimos zanahorias
y unas cuantas hierbas (orégano, perejil, menta, hierbabuena, etc.), con el arrullo del río Santa de fondo. Luego hicimos una caminata cerro arriba hasta la cascada; nos fuimos con las manos casi vacías (lo justo para sobrevivir: agua y alguna que otra fruta), y regresamos con las manos llenas de paltas, hojas de eucalipto y cedrón, y bayas de aguaribay (aquí llamado molle, y conocido también con el incorrecto nombre de pimienta rosa). Es temporada de lluvias en los Andes peruanos, y a las 4 de la tarde no faltó el diluvio, por lo que nos refugiamos en la casa, donde nuestra anfitriona Marta nos preparó unas deliciosas cachangas, especie de tortilla frita tradicional de estas regiones. La preparación es fácil: harina de trigo, huevo, sal, agua tibia y –opcionalmente– algo de polvo de hornear, se juntan en una masa blanda y algo pegajosa que se reposa unos quince minutos. A continuación se estira delgada y se cortan cuadrados que se fríen en aceite bien caliente.


Marta preparando las cachangas


Bien doraditas, se comen solas o con manteca, mermelada, o lo que uno guste (yo las unté con una pasta de las paltas que habíamos recogido previamente y me pareció una combinación excelente).


Cachangas doraditas y crujientes


Día 2
Por la mañana fuimos al mercado de Carhuaz, la ciudad más cercana, a comprar frutas, verduras, quesos locales, etc. De paso tomamos en la tradicional heladería Huascarán los típicos helados de productos de la región: lúcuma, chirimoya, limón, palta, tuna… todos deliciosos. Al regresar, puse manos a la obra, o en la masa: pizza y pan campesino para hacer en el horno de barro que ya estaba caliente con su brasa de leña. Nada como una buena pizza casera al horno de barro; en este caso, con los quesos frescos y estacionados de la región, una excelente propuesta.


Preparando el horno para la pizza


A la tarde, de nuevo con lluvia, descansamos y tomamos infusiones de hierbas (coca, cedrón, muña). Por la noche Marta nos preparó sopa de “papa kashki”, que lleva papas, huevo, perejil, hierbabuena… un clásico de la sierra.

Día 3
Para el desayuno cortamos los panes campesinos que había horneado el día anterior, y estaban más que bien. Untados con manteca elaborada casi sin esfuerzo a partir de leche de vaca recién ordeñada, resultaron deliciosos. Y luego nos dedicamos al almuerzo: comenzamos a preparar los cuyes (esos roedores de los cuales ya hablé un par de veces aquí), adobados con huacatay, ajo, ají panca molido, sal y pimienta. Todo reposado un rato, luego al horno de barro, con camotes (batatas) y papas también de la región, tal vez de los más ricos que comí en mi vida.


Preparando los cuyes...


... y al horno con papa y camote!

Ya dorados los cuyes y cocidas las papas y los dulces camotes.


A la noche, sopa de lentejas, chocolate caliente y panetón (pan dulce), que yo había amasado días atrás en Lima.
31 de diciembre, único día sin lluvia.


Día 4
Lo que no llovió el día anterior, se lo guardó el cielo para este 1º de enero. Diluvio es poco. Clima ideal para echarse a descansar.
Para recibir el nuevo año, nuestros estómagos ya estaban bastante cebados, así que decidimos comer livianito. No fuera cosa que nos pusiéramos mal en el viaje de vuelta…




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